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En él se analizan los patrones de desplazamiento del alumnado para concluir que es necesario adoptar un plan de movilidad en la institución y fomentar el uso compartido de los coches particulares para ayudar a descongestionar el tráfico hacia los campus, especialmente el procedente de los municipios del norte.
El acto fue inaugurado por el vicerrector de Relaciones con la Sociedad de la ULL, Francisco García, y el Director Insular de Fomento del Cabildo de Tenerife, Miguel Becerra. Ambos destacaron la utilidad de este trabajo, que supone un ejemplo de la preocupación de la institución académica por los problemas que, como es el de la movilidad, preocupan a la ciudadanía.
La investigadora explicó que el estudio ha sido un encargo del Cabildo insular de Tenerife y ha sido desarrollado en colaboración con el Instituto de Desarrollo Regional de la ULL. En el trabajo también han participado el profesor Eduardo Martínez Budría y el becario FPI Ángel Marrerro Linares.
El estudio ha utilizado como método para recabar información una encuesta realizada a través de Internet al alumnado de la ULL para saber cuáles son sus hábitos actuales a la hora de desplazarse hacia los campus universitarios y conocer qué grado de aceptación tendría el uso de un carril exclusivo para bus y vehículos de alta ocupación (VAO). Es decir, ocupados por dos o más personas.
La ponente recalcó que, aunque este estudio en concreto se centra en un colectivo específico que contribuye a la congestión de tráfico como es el alumnado que se desplaza hacia la universidad, sería recomendable realizar trabajos similares sobre otros grupos que también contribuyen a este problema: centros escolares, centros hospitalarios o grandes empresas, los cuales debería tener implantados planes y medidas de gestión de la movilidad.
La encuesta se desarrolló entre el 1 de marzo y el 30 de abril de este año, y en ella participaron 3.003 alumnos, que suponen el 16,7% de los matriculados en el curso pasado, cifra que fue calificada por la investigadora como considerable, mucho mayor que la obtenida en estudios previos elaborados por su equipo.
De esa muestra, el 38,73% declaró que utilizaba como medio de transporte para acceder al campus el coche propio; el 18,51% el tranvía; el 13,75% la guagua; el 9,62% el coche como pasajero y el resto de porcentajes más menores, repartidos entre ir a pie, la categoría “otros” y la combinación guagua+tranvía.
Analizado ese reparto por zona, se aprecia que el alumnado de la zona Norte utiliza como medio principal el coche propio (un 55,83%), mientras que en el área metropolitana prácticamente empatan el uso del coche con el del tranvía (un 28% en ambos) y en el Sur, un 59% de uso del vehículo particular.
Dado que uno de los objetivos era comprobar la viabilidad del carril Bus-VAO, la encuesta comprobó que a priori existe una alta predisposición a utilizar esta vía: De hecho, el 91% de los individuos encuestados que residen en la zona norte estaría dispuesto a utilizarlo, frente a un 9% que seguiría empleando su medio de transporte habitual.
Como conclusiones, la experta señaló que el coche particular tiene un papel excesivamente predominante y que la demanda de transporte público se puede considerar “cautiva”, en el sentido de que muchos de sus usuarios han declarado que lo emplean por carecer de vehículo particular, no por un deseo real de hacerlo.
González Marrero cree que, si bien el uso de vehículo compartido es de escasa importancia actualmente, hay una demanda potencial del carril Bus-VAO entre los universitarios.
Para lograr ese cambio de actitud, considera necesaria la implicación de todas las administraciones y adoptar planes de movilidad que utilicen la técnica del “palo y la zanahoria”. Es decir, la adopción de medidas que desincentiven el uso del coche privado y fomenten el uso compartido o el trasporte público.
De este modo, habría que realizar una mejor gestión del uso de los aparcamientos, gracias a la cual no tenga la misma probabilidad de estacionar un estudiante del norteo del sur que otro del área metropolitana, el cual posee más alternativas de transporte público.
También habría que regular las zonas anexas a los campus, donde en ocasiones se estaciona sobre aceras o pasos de peatones, e incluso se podría barajar la posibilidad de modificar horarios de entrada de los estudiantes para evitar la concentración, así como facilitar el acceso bicicleta.
Extraído del Diario Digital de la Universidad de La Laguna
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