La ULL busca sustancias bioactivas en el mar para convertirlas en fármacos

miércoles 15 de mayo de 2013 - 18:10 CEST

El Instituto Universitario de Bio-Orgánica Antonio González participa de un gran consorcio internacional, Marex, con el objetivo de analizar e identificar tóxicos y sustancias con actividad en el océano

El grupo de investigación de Productos Marinos del Instituto Universitario de Bio-Orgánica (IUBO) Antonio González está inmerso, desde hace unos dos años, en un gran proyecto ¡sobre sustancias marinas. Bajo el nombre de Marex y con financiación del VII Programa Marco de la Unión Europea, casi 40 centros de investigación, organismos públicos y empresas privadas de 19 países de todo el mundo buscan destripar los secretos de los micro y macro organismos oceánicos.

El grupo de la ULL, que dirige Manuel Norte, es la única representación española en este ambicioso proyecto científico que busca, especialmente, la transferencia tecnológica desde los centros de investigación a la industria. De esta inmensas recopilación de datos, saldrán nuevos fármacos o patentes que se puedan utilizar en productos cosméticos, en nuevas modalidades de alimentación o en usos aún no definidos ni por la ciencia ni por la industria.

Esta colaboración internacional pone de relieve la importancia que tiene la investigación básica y la coordinación con la ciencia aplicada. Un buen ejemplo que la Fundación Empresa de la Universidad de La Laguna (Feull) quiere poner de relieve en consonancia con el espíritu de las Semanas de la Ciencia que organiza la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información (Aciisi) del Gobierno de Canarias.

Manuel Norte explica que su grupo de trabajo tiene una función muy determinada pues se ha especializado en determinar la posible toxicidad de los organismos marinos que pueden dar lugar a mareas rojas y otros problemas. Explica que, en Canarias ‘no se han producido estos acontecimientos pero, sin embargo, hay que tener en cuenta que es importante tener clasificados todos los elementos que confluyen en una zona para, así el día que ocurra algo similar, podamos trabajar’.

En este sentido, remarca que la ‘toxicidad -no generada por la acción humana- en el mar no se puede reducir o eliminar sino controlar la aparición de los microorganismos que producen las toxinas’. En el caso de las Islas, el director de este grupo recuerda que ‘la continua llegada de calima hace que se deposite en el mar partículas de minerales que ayudan a fijar el CO2 en los microorganismos vivos y eso puede hacer crecer la concentración de células fitoplanctónicas en el mar. Si esas células generan toxinas, la consecuencia inmediata es que puede haber un mayor peligro de contaminación en los organismos que se alimentan de ellas’. Esta situación no se ha dado anteriormente nunca pero, ‘es importante conocer para poder prevenir y actuar en el momento que se produzca’, remarca.

Una de las especialidades de este equipo del IUBO es realizar cultivos artificiales de estos microorganismos que generen la cantidad de biomasa suficiente como para poder estudiar adecuadamente qué toxinas son las que contienen. En la ULL, ‘los hacemos crecer y producimos extractos de cada uno de ellos. Después, se envían a otros laboratorios de Farmacología de este consorcio Marex para determinar su toxicidad o actividad farmacológica’.

‘Cuando éstas son conocidas, el problema es relativamente sencillo de atajar, cuando se trata de una toxina que no conocemos previamente, el problema es complejo y su solución medioambiental se puede alargar años’, afirma Manuel Norte.

En estos momentos, el equipo de Norte trabaja con 48 organismos dinoflagelados (animales microscópicos normalmente formados por una sola célula) que proceden del Instituto Español de Oceanografía en Vigo, aunque alguno de ellos han sido recogidos en Canarias.

Además, este mismo equipo trabaja con macroorganismos marinos como esponjas o algas donde también se busca actividad farmacológica, cosmética o alimenticia.

El cultivo de laboratorio que realiza el IUBO es esencial para el resto de la cadena científica. ‘Es una herramienta que no puede fallar’, insiste Manuel Norte aunque matiza que, realmente, la especialidad de su grupo de investigación ‘es el aislamiento y la caracterización de la toxina’.

Marex lleva ya dos años funcionando. Se trata de un proyecto a largo plazo que ya, en este tiempo, ha logrado enviar cerca de 60 extractos para análisis de actividad farmacológica y 40 sustancias puras. Manuel Norte reconoce que estas cifras si se comparar con los bioensayos industriales pueden parecer muy pobres pero en términos de investigación pública se trata de todo un éxito.

Alguno de estos productos ya son perfectos candidatos a convertirse en fármacos con aplicación en cáncer, en patologías de canales iónicos, bactericidas o virales.