Inteligencia emocional (la capacidad de gestionarnos a nosotros mismos y nuestras relaciones de forma eficaz) es un concepto que cobra cada vez más peso en cada uno de los ámbitos de nuestra sociedad. Por ejemplo, en las escuelas, en las que únicamente entendían como importante los logros académicos, se comienza a ver la importancia de entrenar desde la infancia en gestión emocional; y en las empresas se buscan candidatos para sus procesos de selección preferentemente por sus habilidades y competencias, incluso muchas veces por encima de sus conocimientos.
La persona emprendedora suele ser alguien que destaca por su perseverancia, ilusión y energía para llevar a cabo su proyecto. Pero, como veremos más adelante, esta energía es difícil mantenerla a lo largo del tiempo y surgen muchas oportunidades para poner en práctica nuestra gestión emocional. Nadie nos ha enseñado qué hacer frente a la intensidad emocional, esa que nubla nuestra razón y nos secuestra.
El entorno del emprendedor se compone de oportunidades, clientes potenciales, variables tangibles e intangibles, aspectos sociales, demográficos, coyunturales, tendencias, modas, etcétera. Una correcta gestión emocional nos permite adaptarnos al entorno de nuestros proyectos, nos ayuda a comunicarnos de forma más efectiva con nuestros clientes y a conectar con sus necesidades reales, a ser más resilientes ante las dificultades que se nos presentan y por tanto aporta luz a nuestro éxito empresarial. Por el contrario, personas con baja inteligencia emocional son más propensas a potenciar emociones negativas, intensificando sus miedos y bloqueos y como consecuencia bloqueando sus proyectos empresariales.
Diversos estudios hablan de éxito empresarial ligado a la inteligencia emocional, sin embargo, es una habilidad que no se entrena. Esto es lo que desvela la investigación realizada desvelando los efectos de la inteligencia emocional sobre la intención y la autoeficacia emprendedora realizada por Roxana Andreea Mortan, Pilar Ripoll, Carta Carvalho y M. Consuel Bernal, en la que descubrieron cómo la regulación y la utilización de las emociones afectan positivamente en la autoeficacia empresarial. A su vez, la percepción de la autoeficacia media la relación entre la inteligencia emocional y la intención de convertirse en emprendedor.
Igual que elaboramos el modelo de negocio, producto, clientes ideales, equipos, financiación, etcétera, deberíamos crear un plan personal de gestión emocional donde podamos entrenarnos en resiliencia. Este concepto incluye el cómo vamos a gestionar aquello que no esperamos que ocurra y cuáles son nuestros límites a la hora de hacer crecer nuestro proyecto.
Por tanto, nos encontramos con dos grandes dificultades: gestionar eficazmente la empresa y además gestionarnos a nosotros mismos.
Los inicios
Cuando comenzamos a desarrollar nuestro proyecto podemos tener incluso la falsa creencia de que si contamos nuestra idea nos la robarán, como si lo más fácil fuera llevarla a cabo. Una vez que nos ponemos en marcha nos damos cuenta de que esto no es tan fácil como nos imaginábamos y comienza toda una carrera de obstáculos que debemos aprender a enfrentar.
Es muy difícil poder separar el mundo profesional del personal y viceversa. Cuando tienes problemas a nivel personal esto afecta a tu rendimiento profesional pero cuando tu empresa va mal mina tu vida personal. Por ello, es super importante que te conozcas y aprendas gestionar de forma efectiva tus emociones para poder llevar tu proyecto al máximo nivel.
Debemos aprovechar nuestras emociones como motor de impulso y no como un freno que nos debilite y sean ellas quien nos arrastren a nosotros.
El viaje
Una de las dificultades personales que nos encontramos tiene que ver con los vaivenes del emprendimiento, lo que llamamos “El efecto montaña rusa”. Puede ocurrirte que hoy pienses que te vas a comer el mundo y mañana que tu idea no sirve para nada y nadie la querrá comprar. Es más, te puede ocurrir esta montaña emocional incluso en el mismo día, o lo que es peor cambiar tu estado por momentos. ¿Qué ha ocurrido? No ha cambiado nada, lo único que ha cambiado eres tú. Tu mente, tu forma de pensar.
Una buena idea, un buen producto y una buena estrategia planificada, pero…y ¿por qué no está funcionando? ¿Te has parado a pensar alguna vez cómo está influyendo “tu mentalidad” en tu proceso emprendedor?
Fases del efecto “montaña rusa”
1. Euforia. Idealizamos y generamos una serie de expectativas del éxito de nuestro servicio o producto que nos alejan de la realidad.
2. Desilusión. Me doy cuenta de que no es tan fácil como había imaginado y de repente pienso que no tengo nada que ofrecer. Percibo mi producto o servicio como poco valioso.
3. Miedo. Empiezo a imaginar escenarios catastrofistas. Y si…
4. Reajustes.
- Optimismo realista. Aprendo del periodo de desilusión, viéndolo como una oportunidad para escuchar a mis clientes e identificar cuando las respuestas del entorno no son las esperadas para poder llevar a cabo reajustes del producto o servicio. En este sentido, el entrenamiento en inteligencia emocional nos aportará perspectiva ante la respuesta del entorno, especialmente de nuestros clientes potenciales permitiéndonos adaptar nuestro plan de empresa, producto o servicio como ya hemos dicho.
- Bloqueos mentales. Comienzo un bucle de pensamientos que no me permiten avanzar.
Tienes que saber que esto es normal que te ocurra, debemos aprender simplemente a gestionar la incertidumbre. Centrarnos en soluciones y ver los “noes” como oportunidades de mejora y crecimiento. No es un viaje fácil, pero si apasionante, motivante y lleno de retos, con sensaciones que no te dejaran indiferentes. ¿quieres ser el piloto de tu vida o simplemente un pasajero más?
¿Controlar o gestionar?
Poseemos una tendencia natural al control. Nuestra educación ha potenciado el bloqueo emocional, nos han enseñado a evitar lo que no nos gusta sentir en vez de a entender por qué surge esa emoción y, por tanto, tomar acción. Normalmente tendemos a invalidar nuestras emociones y las de los demás. Y así, vamos resistiendo y guardando todo aquello que nos incomoda en el Cajón. Imagínate que empiezas a guardar cosas en ese cajón, qué crees que ocurrirá cuando ya no haya más espacio, pero tu sigas apretando y apretando, intentando cerrarlo como puedes. Efectivamente, un día no resistirá más y lo de dentro saldrá despedido por el aire. Esto es lo que nos pasa, aguantamos hasta que no podemos más y llega ese estallido. El cuerpo primero susurra, después habla, después grita y si sigues sin hacerle caso te desconecta.
Debemos comenzar a cambiar esos hábitos y empezar a gestionar, en vez de controlar lo que sentimos. Vamos a darle la bienvenida a nuestras emociones porque ellas vienen a decirnos algo. Debemos estar atentos y escucharlas.
En el próximo post te contaré cuales son algunas de las emociones más comunes que tendrás en tu proceso emprendedor y cómo comenzar a gestionarlas.
Y tú, ¿escuchas a tus emociones y actúas o las evitas?
Daida Hernández,
Psicóloga experta en psicología positiva y creadora de Beflowpsicologia